Cuándo ir a terapia «es un must»

Son muchas las razones por las que puedes decidir ir a terapia. Entre estas múltiples razones pueden estar:

*sentir desorientación personal, ansiedad, miedos, desesperanza…; alteraciones del ánimo, pensamientos obsesivos, estrés, dificultades en la relación con los otros, problemas de pareja, dificultad a la hora de educar a tus hijos; alteraciones del sueño, la alimentación y la vitalidad; deseos de aislamiento, etc.

haber detectado que esporádicamente se van repitiendo ciertas situaciones en tu vida que te producen malestar, que los conflictos y preocupaciones consumen gran parte de tu tiempo  o que te encuentras en un momento puntual de crisis debido al fallecimiento de un ser querido, la pérdida de tu trabajo, una enfermedad, un cambio de residencia, la ruptura de una pareja…

Suele ser prolongado el tiempo que transcurre desde que una persona piensa “quizá me vendría bien ir a terapia” hasta que finalmente da el paso de contactar con la persona profesional. 

Muchas personas van dejando a un lado lo que les ocurre porque piensan “eso es una tontería, yo lo puedo resolver sola/o” o simplemente les incomoda verse en la posición vulnerable de pedir ayuda entonces, acuden a terapia  porque ya no pueden más y el escenario de su problema ya es mucho más grande y tiene muchos más matices que al inicio. No es necesario ni recomendable llegar hasta ese límite: todos tenemos derecho a llevar una vida de mayor calidad sin tener por qué llegar a rozar nuestros límites. En una cultura que premia tanto el esfuerzo y la independencia hablar de esto es un chiste, pero, ¿a caso no vamos a terapia a librarnos en parte de todos estos mandatos que incrementan nuestro sufrimiento?. 

No obstante, esto es parte del propio camino de cada uno y cada una. Me refiero a que cada persona pasa por distintas fases: darse cuenta de lo que siente, pensar que necesita ayuda, descartarlo porque se ve capaz de aforntarlo en soledad, volver a replantearse que quizá le venga bien algo de apoyo profesional… Cada quien lo transita a su ritmo y a su propia manera. 

Lo que desde Río sí pensamos y reforzamos es que no hace falta sentirse incapaz para pedir ayuda, lo que es necesario es albergar el deseo de ser un poco más feliz y la confianza de que si bien la terapia no va a solucionar tus problemas sí te va a ofrecer un lugar de cuidado donde desarrollar tus propias herramientas para vivir de la manera más satisfactoria la vida que te ha tocado vivir.

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